Antes de la reunión, la investigación es crucial. Conocer al cliente, su industria, desafíos y competidores, nos da una ventaja. Por ejemplo, si un cliente potencial en el sector tecnológico ha visto disminuir su participación de mercado en un 10% el último año, esta información nos permite presentar soluciones específicas a su situación.
El encuentro comienza realmente cuando el cliente habla. Escuchar activamente, sin interrumpir, es fundamental. Alrededor del 55% de la comunicación efectiva se basa en el lenguaje no verbal y el tono de voz. Observar estos detalles puede revelar más que las palabras mismas.
Al presentar nuestras propuestas, la claridad y brevedad son esenciales. Las estadísticas muestran que la capacidad de atención promedio de un adulto es de aproximadamente 8 segundos. Por lo tanto, es vital ser concisos y directos. Por ejemplo, si ofrecemos un servicio de marketing digital, podemos decir: «Nuestra estrategia puede aumentar su tráfico web en un 30% en tres meses».
Finalmente, el cierre del encuentro debe ser tan impactante como el inicio. Resumir los puntos clave y los próximos pasos de manera clara y concisa asegura que tanto nosotros como el cliente salgamos de la reunión con un entendimiento claro de lo discutido y lo que sigue.
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